lunes, 16 de enero de 2012

Cuando la vida me va mal, cuando me da la espalda y no tengo a nadie con quien poder desahogarme... comienzo a recordar mi infancia. Aquellos días tan felices en los que los problemas no existían. En los que una simple muñeca nos alegraba la cara. En los que no hacía falta soñar porque la realidad misma era un sueño. En los que nada nos importaba. Aquellos días tan perfectos que sé que por mucho que quiera, no volverán... Es una pena darse cuenta de que el tiempo pasa tan deprisa y yo sigo buscándote....
Después de todo, la vida son dos días, ¿no?

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