jueves, 29 de septiembre de 2011

Nose como voy a quererte

Me dijiste: Me gustas, me gustas mucho. No supe que responder. No supe si besarte, o dejarlo para luego. Si lanzarme a tus brazos, o dejar que delante de nosotros pasara la señora que se había quedando mirando.
No sabía si mantenerte la mirada, o quitarla unos segundos, quería dejarme llevar, pero estaba demasiado pendiente de qué hacer. Quería tenerlo todo controlado, creía que controlaba la situación, pero no controlaba nada, empezando por los latidos de mi corazón. Quise decirte que yo también, pero me di cuenta de que eso ya lo sabías. No había mucho más que decir, pues. 
Me cogiste de la mano, y me llevaste contigo. No tengo manual de instrucciones, no se como llevar esto a buen camino. 

No sé como voy a quererte, pero ten por seguro que lo voy a hacer.



lunes, 26 de septiembre de 2011

Había pasado mucho tiempo desde aquella, desde que se marchó de enfrente de mi casa, desde que dejamos de pasar todas las tardes juntos en el césped de su jardín, desde que alguien me hizo sentir que era lo único importante y que servía para algo. Había pasado mucho tiempo desde que me saludaba desde la ventana de su habitación y me decía: "Ven, ven, tengo tiempo para ti. Todo el que quieras" Y perdíamos el tiempo, había pasado mucho tiempo desde que yo apoyaba la cabeza en su pecho y le contaba los lunares del brazo, y dibujaba una línea con mi dedo por todo su cuello, desde la comisura de su boca hasta el hombro.
Había pasado mucho tiempo, para él, yo debía ser un capítulo cerrado y sellado, sellado por el comienzo de otro. Que razón cuando dicen que no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde, no te supe aprovechar, y si, lo siento.
Dicen que el tiempo lo cura todo, y puede que sea verdad, pero soy incapaz de quedarme mirando y esperando, en mi caso, está tardando demasiado. Te echo de menos. 
Somos como las piezas de un puzzle. Difíciles de encajar, de encontrar la correcta en cada situación. Funcionamos con estrategias, empezando por los bordes y adetrándonos en el interior. Desesperantes, a veces. Es cierto. Pero cuando lo conseguimos, encajamos a la perfección. 
Nos compensamos, uno con otro y formamos un equilibrio.
Soy esa clase de chicas impulsiva, caprichosa, que se enfadan, pero que no lo dicen. Alegre, indiferente a la gente que no quiere entenderme, pero también de repente me deprimo. Y tú, haciendo uso de tus propiedades de pieza de puzzle, sabes calmarme, cumplir mis caprichos, averiguar que me pasa siempre. Sabes deprimirme, pero también hacerme la mujer más feliz del mundo. Si, eso se te da bien.
Así que, ya que no tenemos nada más que hacer esta tarde... ¿Por qué no terminamos el puzzle, y luego nos dejamos llevar un rato? Te prometo que no te arrepentirás.
Siempre están ahí para apoyarte, para saltar contigo y caer después. Siempre están ahí para darte una buena colleja cuando te la mereces, y abrazarte cuando no hay nada más que decir. Siempre están ahí para ayudarte con lo que necesites, pagarte el café y salir contigo del brazo. Nunca fallan. Se comen la comida de la nevera, duermen en tu cama. Nunca te reirás con nadie como con ellos. Te quieren como nadie. Se ríen de ti, cuando te lo mereces. Siempre tendrás un hombro donde llorar y una mano a la que agarrarte como último recurso. Te acompañarán a donde quieras, refunfuñarán, pero con cariño.
Amigos. Eso son. Son los que nunca te dejan hacer estupideces... Sola.




Suspiró. Cogió aire. Sus latidos eran cada vez más débiles, con menos intensidad y ya no decían “nosotros podemos seguir” sino que se comenzaban a rendir. Su mirada aún perdida y pensando en cada una de las cosas que pudo haber hecho pero no hizo, en los labios que pudo haber besado pero no lo había hecho, en las camas que pudo haber desecho pero no lo hizo y de los muchos coches últimos modelos que había negado subirse en ellos. Sabía que la fama lo era todo, sabía que su cuerpo era algo más que un estuche, algo más que una imagen, pero eso no importaba. Ya nada importaba. La luz entraba lentamente por la puerta, debían de ser las cinco de la madrugada y ella aún con su mejilla congelada por el frío suelo no podía mover ni un solo dedo de sus manos. Seguía con miedo en su garganta, con temblor en sus piernas y con desespero en sus latidos. Lamentaba no haber tenido nunca una persona que la ayudara, ni un… ni alguien que la alimentara. Su cuerpo delgado como una rama del árbol más viejo, una rama débil y que iba perdiendo corteza poco a poco, eso era ella. Por eso siempre abrazaba árboles, reía en parques y lloraba en la cama que se le clavaba su anatomía. – Otra vez- susurró. El dolor de pecho la llevó a arrastrarse por todo el piso, a aullar como un lobo y  a temblar como en la mayor de las tormentas de nieve. Deseaba tener algo de dulce para poder calmar ese dolor, pero era inevitable sentirlo después de diez días sin probar ninguna sustancia energética, que algunos resumían como comida.


Las horas se empeñan en alejarme más y más de tus besos, y el olor de tu pelo se va yendo con cada soplo del viento. A veces en un rincón de mi habitación, me pregunto ¿por qué el tiempo existe? ¿Acaso si no existiera el tiempo tú fueras para siempre? Los minutos se multiplican con cada pestañeo y el tic tac del reloj se convierte en una de esas canciones que te cansas de escuchar. Tal vez tus besos se queden en mis labios, pero poco a poco el gusto de los tuyos se desvanece con la saliva de mi boca. Los siento, sí, pero una vez más el tiempo juega en mi contra sepultándome en deseos de liberarme y estar contigo en un lugar que no nos importe nada más.

Las flores tienen un olor distinto en este Noviembre oscuro, tal vez mi olfato me esté castigando por las muchas veces que me desvelé oliendo tu perfume, ese perfume que te envolvía tu cuello y tu pecho. ¡Malditas noches! Aún recuerdo como dormías y cómo tu pecho subía y bajaba en una completa danza. Mi corazón latía, sí lo hacía, estaba viva. Ahora ni siquiera siento mi pecho y doy gracias cuando alguien me toca o me empuja en la calle sin querer, porque siento que vivo y que lato aunque sea en esa fracción de segundo en dónde el cuerpo parece perder el equilibrio. ¿Y si te viera? No te diría nada, tal vez gracias, porque vivo de recuerdos, vivo de fragancias, de cartas guardadas en un lugar de mi habitación y de escritos en la nevera que aún esperan ser leídos. No volverás, pero yo aún sigo esperando porque sé que en mis sueños como cada noche estarás. 

El sol comenzaba a ocultarse entre nubes que llamaban la lluvia. El cielo estaba de un color naranja con pequeños parches grises, algo que no combinaba mucho con el bello paisaje. Las lluvias de verano eran algo que odiaba, porque siempre llegaban sin avisar.
Melinda volvió a la playa, aún sin saber cómo volver a casa. Las personas se estaban yendo, no querrían parecer palomas mojadas después de la tormenta que se avecinaba.  Su tentación de bañarse desnuda en el mar cogía fuerzas al paso de los minutos. La playa se iba quedando sola, una imagen digna de un día de invierno. Se descalzó y caminó por la fresca arena. Sus dedos dejaban invadirse por una arena fina, y un poco húmeda, sus sentidos se alegraban. Sus manos se sentían violadas por el viento que corría. El viento atravesaba entre sus dedos, le acariciaba sus piernas y subía lentamente por sus rodillas. No se escuchaba nada más que el susurro del mar, los golpes contra las piedras y unas cuentas gaviotas que llamaban a una lluvia inevitable. Las tiendas costeras a la playa estaban cerrando, poco a poco se quedaba más y más sola. – Vaya cumpleaños- pensó. Aún no sabía ni como volver a casa, no tenía dinero y sólo tenía una tarjeta de autobús que en ese momento no valía mucho. Pensó en llamar a alguien, pero no quería molestar. Sus ojos se cerraban y se habrían, como queriendo despertar en otro lugar. Tal vez en uno con sol, con una playa limpia y un mar color azul cielo y cristalino. 


Sus ojos entrecerrados y su pelo ondulado me hacían temblar de la emoción. Emoción por verlo, por respirar el mismo aire que él y pronunciar palabras que una vez ya él lo había hecho. Sus latidos los sentía cómo de un felino fuera y mi olfato de humano percibía el shampoo de su pelo.  Él hablaba de imposibles yo  hablaba de posibilidades. Él decía que era imposible enamorase y yo que tan sólo bastaba una hora y una persona adecuada para hacerlo. Él decía que volar no se podía, y yo busqué unas alas y fabriqué un avión. Imposible era llorar y reír, saltar y cantar, comer y hablar…. Pero nada es imposible si se hace con el corazón. Aquí estoy, sosteniendo mi alma y armando mi corazón, mientras oro por dentro sin mostrar señas de dolor, mientras mis ojos bailan la danza de un horror y mientras mis sollozos llantos se ahogan entre peces sin oxígeno. Imposibles las cosas que me dices, imposible estar sin tu amor, imposible reír sin ti, imposible dormir en una cama vacía. Pero si hablamos de verdaderos imposibles y de cosas que no podrán ser aunque me empeñe en tapar el sol con mi dedo índice…. Imposible, imposible eres tú. 

domingo, 25 de septiembre de 2011

Los mayores problemas son los relacionados con el amor, porque no había unas pautas que dijeran lo que había que hacer y lo que no. Y eso era lo más complicado, porque había que darle demasiadas vueltas a la cabeza y había que pensar demasiado y no tenía tiempo para aquello. Por eso necesitaba tener el tiempo ocupado, para no quedarme a solas conmigo misma.
No me gustaba lamentarme, no me gustaba estar triste, no me gustaba nada de esto... Porque todo era muy complicado. Un debate interior en el que no había argumentos.
-Piénsalo, es un error. 
+¿El qué es un error, quererte? No, eso no es un error. ¿Darlo todo por estar contigo? Tampoco. Un error es salir de casa sin paraguas sabiendo que llueve, un error es lanzar algo al aire sabiendo que se va a romper. Un error es llorar delante de personas que pasan de largo, que nunca van a consolarte. Un error es reír, cuando nadie lo hace, un error, es, para algunas personas, ser feliz. ¿Tú acaso consideras eso un error?
Sí, me he equivocado. He tropezado dos veces con la misma piedra, y siempre me he caído. He ido por el camino equivocado. He soñado con cosas imposibles y me he empeñado en llevarlas a cabo sin éxito. He llorado como nadie, delante de una pantalla apagada. He visto la luz al final del túnel y me he dado cuenta que no existía tal luz. He pedido perdón más de las veces que te puedas imaginar. He dicho te quiero y me he caído de mi nube más de una vez. Y todo porque al levantarme, veía tus ojos, y volvía a caer. Sí, me he equivocado mucho, pero no es una desgracia. Yo prefiero bautizar a mis errores de experiencia.


viernes, 23 de septiembre de 2011

No soy perfecta, ni he pretendido serlo. Sueño con cosas que nunca van a  pasar, pero no me arrepiento de soñarlas. Pienso cosas que no se deberían ni pensar siquiera, pero no me importa. Me rio sola en la calle, unos sonríen amistosamente al verme, otros, piensan que estoy loca. Me da igual. Soy sincera conmigo misma, nunca me engaño, puesto que engañarse no me va a llevar a ninguna salida. Puedo cogerte de la mano y llevarte a donde tú quieras, y sabes que no te vas a arrepentir. Puedo contar el chiste más malo de la historia y hacerte reír, al darme cuenta de lo malo que es. Puedo romper el hielo, o simplemente dejarlo derretir. Puedo ser y hacer muchas cosas, ¿Sabes? Lo que nunca voy a hacer es quedarme de brazos cruzados. Porque el miedo no9 se vence pensando, si no actuando.



No es por ser pesimista. De verdad, no quiero que tengas en cuenta que el tiempo pasa si eso te hace ser infeliz. No quiero decirte que mañana será otro día y que ya no podrás volver a vivir el hoy. Ni quiero decirte que el hoy un día ya no estará: No me gusta repetirte que la vida son dos días, que no tenemos ninguna certeza de que haya algo más. Pero sea como sea, no quiero verte sentada en ese sofá o tumbada en tu cama alternando el tiempo que miras al techo y el que lloras. Porque no está bien, y no es justo. Si hubiera una lista de las personas que se merecen ser felices y las que no... Creo que sabes en cual estarías. Nos quedan muchos años para ser felices. Y no voy a dejar que sea de otra manera. Así que levántate, que nos vamos.
Nos negamos a hacerle caso al corazón. Repetimos y contamos a amigos y familiares una y otra vez que si, que le hacemos caso, pero nunca es cierto. ¿Por qué? Yo que sé. Miedo al fracaso, miedo a intentarlo, miedo al futuro. En fin, ese tipo de cosas. Eso dice la gente, y supongo que en parte es cierto. Pero yo tengo otra teoría. Mi teoría es que nos han enseñado que hay que seguir a la razón, nos han metido en un corral, del que no podemos saltar la valla. Porque hemos aprendido a vivir pensando en las consecuencias. Y eso no es malo, gracias a eso, el mundo se mantiene en pie. Pero el corazón es libre. No está sometido a ninguna ley, ni norma, ni sugerencia. Actúa según lo que quiere. Es egoísta y a la vez altruista. Y parece que nos da miedo la libertad, por mucho que la reclamamos. 
Dicen que nadie entiende al amor. Todos se matan por entenderlo, desesperan en el intento. Le dan vueltas a la cabeza, una y otra y otra vez. Prueban. Intentan alejarse de él, pero no pueden. El amor vuelve un poco más cuerdos a los locos, y locos a los sabios. Porque los primeros no buscan entenderlo, si no dejarse llevar, al contrario que los segundos. El amor no hay que entenderlo. No tiene reglas, no tiene leyes. Por eso tiene una guerra fría con la razón. Pero todo el mundo se lo perdona. Porque, por mucho que busquemos entenderlo, lo que más buscamos es sentirlo. Y no nos damos cuenta, de que cuanto más nos empeñemos en buscarlo, más desesperaremos. Porque el amor no se encuentra, él te encuentra a ti. Y por si os lo preguntabais, existe, si, y es la cosa más real del mundo.

De verdad que he intentado pensar en otra cosa, hacer caso al: Es lo mejor para ti. De verdad, no te mentí cuando te dije que yo también quería que esto saliera bien, y que lo siento si no entiendes porque estoy haciendo esto. Me pides una explicación lógica que yo no te sé dar. Son pequeños detalles, que tú no sabes tener en cuenta. Soy una chica de detalles, les doy mucha importancia, es cierto. Pero me gustaría irme a dormir y encontrarme un mensaje de buenas noches, o que aparecieras en mi casa de improviso, o que me llamaras solo para decirme que me querías. Pero nada de eso pasó.
Quiero que lo entiendas, de verdad, y quiero pensar en otra cosa, dejar el pasado estancado y continuar, no olvidarlo, pero si seguir adelante. Sé que todo esto pasará, pero no puedo contener estas putas ganas de llorar a todas horas, y eso que sé que a ti todo te da igual.
Recuerdo que estuvimos sentados frente al mar. Recuerdo como me cogías de la mano, incluso la sonrisa que ponías cuando te hacía reír, pero no querías reconocerlo. Recuerdo el tacto de tus dedos, recuerdo como me dijiste adiós. No recuerdo tu cara en ese momento, porque las lágrimas empañaron mis ojos. No sé si a ti te dio igual o no, si me utilizaste, si alguna vez me quisiste. Me dijiste que me llamarías, que vendrías a verme, que el amor no tiene fronteras, que todo sería igual. Montaste castillos en el aire que sigo sin querer derrumbar. Trato de olvidarte, pero eso es como volver a recordarte. Sí, te olvido todas las horas del día, y lloro por lo estúpida que soy. No por ti, por mi, por seguir esperándote. Mientras, tu nombre seguirá grabado a tinta en mi piel. 
No sé que decirte.  No sé que pensar. No sé como estar. No sé. No sé que debo hacer, que es lo correcto. Sí, estoy más perdida que un pingüino en un garaje, no lo voy a negar. Pero tampoco quiero aceptarlo. Porque de puertas para fuera debo dar la impresión de tenerlo todo muy claro. ¿Por qué? Porque si no, adivinarían mi punto débil y sabrían donde hacerme daño, y eso no está bien. No pienso dejarles. Soy más fuerte que ellos. O por lo menos, intento autoconvencerme de ello. Sigo esperando un mensaje, un lo siento, sigo esperando un te quiero que no sé si llegará. Seguiré equivocándome una y otra vez, lo sé. No sé porque no me canso de intentarlo.

cambios

Porque en ves de llorar. . Quiero reír.. porque en ves de decirle que lo extraño, quiero decirle que me ahoga. . Porque en ves de pensar como le diré te amo, quiero decirle que me ahoga. . Porque en ves de pensar que seria muy feliz con quieroo o , quiero pensar que pasaría si mañana terminaría todo o . Porque no quiero pensar mas. . Quiero que todo pase . ..

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Decís que soy la número uno. Pero soy la tercera a quien llamás. Y me necesitás, pero hace rato que no te importa si me ves. Querés pasar tiempo conmigo, pero siempre hay ‘una semana que viene’. Decís que es una lástima que las cosas no duren para siempre, pero no te interesa hacerlas durar. Y estoy agotada de tus típicos ‘nos tenemos que ver’. Decime fecha, hora, lugar ; que ahí estaré. Hace rato dejé de correr atrás tuyo, rogándote cariño. Y decís que no me olvide de lo que hiciste por mí. Hace mucho me demostraste amor. Pero eso no quiere decir que lo sigas haciendo.