sábado, 4 de febrero de 2012

Y entonces yo estaba jodidamente segura de que te quería, lo tenía claro, me la quería jugar por ti, me daba igual el final, de hecho ni se me paso por la cabeza que hubiera un final. Estaba dispuesta a decirte mi decisión en cuanto te viera y entonces me dijiste que tenías algo importante que decirme. Yo temblaba, te conocía y sabía que no me iba a gustar lo que me ibas a decir. Suspire. Me dijiste que te habías cansado de esperarme y que yo era un espíritu libre y nunca conseguiría amarte ni la mitad de lo que tú me querías a mí. Aquello me dolió como si me hubieran pegado una paliza durante tres horas. No despegue los labios. Me dijiste que éramos almas gemelas y que estábamos hechos el uno para el otro, pero que no podías aguantar más y que esto se había acabado. Me entendías a la perfección. Habías encontrado otra chica con la que ser feliz, sin discusiones y sin malos rollos. Estaba asustada. Me diste un beso en la mejilla y me quede quieta, inmóvil, sin saber qué hacer. Me fui a mi casa y llore, llore hasta no me quedaron mas lagrimas. Me ayudaba pensar que cabía la posibilidad de encontrarnos en otra vida. Quería llamarte y explicarte todo, pero no fui capaz. Al cabo de los meses me entere que la habías dejado. Cariño, te estoy buscando. 

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